
Violentamente sexy, femme fatale.
Buenos Aires tiene el alma de las mujeres que describen los tangos.
Te aturde con imágenes, y zumbidos de incansables autos
que por las noches dibujan líneas de luces en sus avenidas.
Es un kilombo que te entra por todos los poros, te empuja, te aprieta, te escupe, te fagocita.
Quedas tontamente enamorado de esta ciudad que ni te registra, casi que te ignora.
Y sin embargo te embarcas en la tarea de amarla porque en definitiva es bella... la besas en un café...
la acaricias disimuladamente en alguna de sus tantas plazas,
la caminas recorriendo sus calles-entrañas, te detenes a admirarla en algún recoveco que de tan rutinario la gente se lo pierde.
Pero vos no, porque -iluso- sentis que la conoces y aceptas su desdén. É así.